Fortuna, encanto, bellas mujeres, empresas exitosas. Esas han sido las claves que pautaron hasta hace muy poco tiempo atrás, la vida del multimillonario brasileño Eike Batista, el hombre que pasó de ocupar en 2012 el séptimo lugar entre los más ricos del mundo, a enviar asesores a Nueva York, un año después, en busca de ayuda financiera para salvar a "la niña de sus ojos", la petrolera OGX que está al borde del abismo.
La debacle se hizo patente el martes, cuando la petrolera anunció que suspenderá el pago de intereses de los bonos que posee en el exterior, que vencieron ese día y rondan los USD 45 millones.
La pregunta que no quiere callar es: ¿Qué sucedió durante el "año oscuro" del magnate de 57 años, cuyo grupo, EBX, abarca los sectores de construcción, energía, minería, industria naval y petróleo, para caer desde lo alto del apogeo -no solo económico, sino social, empresarial y sobre todo de credibilidad- a un ocaso estrepitoso al cual sobrevuela, insistentemente, la palabra "default"? "Él prometió más de lo que estaba seguro que podía conseguir", sintetiza la analista económica de la red Globo, Miriam Leitao.
Según la especialista, a su entender, Batista no era "ni víctima de la crisis internacional ni de la desaceleración económica de Brasil". Las "promesas" a las que se refiere Leitao son las de los altos niveles de productividad que el magnate suponía, y aseguraba, tenía el campo de exploración de crudo Tubarao Martelo, el principal activo de OGX, cuyas reservas resultaron ser mucho menores que las estimadas inicialmente y que podría dejar de producir en 2015.
También la falta de experiencia de Batista en el sector energético, admitida incluso por él mismo, ha sido mencionado como factor que incidió en la debacle que comenzó hace algunos meses y que, de agravarse, arrastrará, entre muchos otros acreedores, a los bancos estatales brasileños, como el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes) y la Caja Económica Federal.
En tal sentido, el especialista del Centro Brasileño de Infraestructura Adriano Pires, sostuvo en declaraciones a la revista Veja, que la crisis que vive OGX demuestra que el sector del petróleo "es de alto riesgo y pocas certezas, y que el capital invertido es expresivo y se trabaja con muchas probabilidades".
Sea por la razón que sea, el ostentoso ex-campeón mundial de deportes náuticos y su empresa "estrella" han probado en carne propia el "alto riesgo" y las "pocas certezas" que puede ofrecer el petróleo. En una año, el patrimonio personal de Batista pasó de USD 34 500 millones a 6 100 millones, mientras que la petrolera suma deudas aproximadas de USD 3 600 millones.
En busca de una solución, el empresario que durante sus años "de oro" dio conferencias a lo largo y ancho de Brasil alentando a los jóvenes a integrar "el nuevo capitalismo que no tiene vergüenza de mostrar el dinero que tiene", se aboca a la búsqueda de soluciones para salir del calvario. Especialistas presumen que este mes el magnate recurrirá a un pedido de recuperación judicial, que debe salir antes de que se venza el plazo para cumplir con el pago de los intereses de los bonos en el exterior, que fue cancelado y vencía el martes pasado, para poder negociar la recuperación.
Otro recurso al que recurrirá el millonario, hijo de un brasileño y una alemana, son los fondos "buitres", especializados precisamente en financiar procesos de recuperación judicial. Según informó ayer el diario O Estado de Sao Paulo, es con ese objetivo que la semana próxima una legión de asesores del magnate partirán hacia Nueva York a la búsqueda de unos 400 millones de dólares "cash" para intentar desarrollar el hoy depreciado campo de Tubarao Martelo. En medio al ocaso, Batista, quien en junio pasado fue excluido de la lista de los 100 mayores millonarios del mundo, es apuntado ahora como responsable por la caída sistemática registrada esta semana en la Bolsa de Valores de Sao Paulo.
"La situación de OGX ya causó un problema para la imagen del país y para la Bolsa de Valores (Ibovespa), que ya tuvo un deterioro de 10% por cuenta de esas empresas", afirmó el ministro de Hacienda, Guido Mantega, quien descartó la posibilidad de que el Estado se haga cargo del "salvataje" del grupo "X".
"Espero que consigan solucionar lo más rápido posible esta hemorragia, que continúa perjudicando el desempeño de la economía brasileña", enfatizó. Un hombre excéntrico Batista, de 56 años, hijo de un expresidente de la gigante minera Vale y una alemana, llegó a ser el hombre más rico de Brasil, vendiendo a inversores el potencial de Brasil en momentos de bonanza.
Estuvo casado con una modelo de Playboy y reina del Carnaval carioca, con quien tuvo dos hijos y de la que luego se separó. Es conocido por tener un Mercedes-Benz SLR McLaren de medio millón de dólares estacionado en el living de su casa. Excéntrico y supersticioso, Batista lanzó un libro con 10 recetas para convertirse en millonario y añadió a sus empresas de minería, petróleo, energía, la letra "X", como símbolo de multiplicación de las ganancias.